El impacto de los avances tecnológicos ha afectado en las últimas décadas a todos los sectores profesionales. Desde la traducción a la agricultura, ya resulta inconcebible la producción sin ayuda de herramientas informáticas. En nuestro sector, el primer gran hito lo marcaron las herramientas de traducción asistida por ordenador. Con ellas se simplificaron procesos sencillos, como la edición de textos o la búsqueda de términos. La llegada de la traducción automática y la posedición supuso el siguiente gran punto de inflexión.
La posedición está estrechamente ligada a la traducción automática. En la traducción automática, se utiliza un software para generar la traducción de un texto sin intervención directa de profesionales humanos. El resultado, aunque inmediato, no es ni mucho menos perfecto. Un traductor debe adaptar el texto generado se debe para que cumpla los requisitos de calidad estándar; este proceso se conoce como posedición.
La posedición guarda similitudes con el proceso de revisión convencional, aunque se deben tener en cuenta aspectos particulares. Los errores cometidos por un motor de traducción son distintos a los que comete un profesional. Así, por ejemplo, el motor de traducción automática no suele tener errores ortográficos u omitir partes del contenido original. Sin embargo, estos motores son incapaces de entender el texto en su conjunto y sus textos suelen carecer de naturalidad y coherencia en el uso de la terminología.
La ventaja principal que nos ofrece la posedición es que se consigue un volumen de producción mucho mayor en menos tiempo, siempre y cuando el motor de traducción proporcione un texto mínimamente legible que permita poseditar el texto cumpliendo unos estándares mínimos de calidad.
Como conclusión, podemos asegurar que la posedición ha llegado para quedarse, pero es importante recordar siempre cuál es su objetivo: la productividad. Sigue siendo necesaria la intervención de profesionales formados para que el resultado sea de calidad. Si el motor de traducción automática genera una traducción pésima, en la que se deben realizar numerosos cambios, la posedición no habrá cumplido su objetivo. A este respecto, la tipología del texto juega un papel fundamental. La posedición se ajusta mejor a textos más concisos y con estructuras fijas que a textos más fluidos y cargados de expresiones coloquiales.
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