La traducción literaria
11 junio, 2019¡El domingo hacemos Piña!
12 julio, 2019
«Éxito aquí» (exit only), «she came in a bottle» (vino en botella) o «go out, fat» (sal gorda) son solo algunos ejemplos de los errores de traducción automática con los que nos podemos encontrar. Sin embargo, al margen de este tipo de chascarrillos que nos alegran el día, actualmente se habla mucho de la traducción automática, un tema que levanta opiniones encontradas tanto en nuestro gremio como entre la población en general. ¿Panacea o bestia negra? ¿Un recurso inestimable para el traductor o la futura causa de su desaparición? ¿Resultados buenos o pésimas traducciones? Pues, en este caso, parece que la respuesta hará honor a nuestro origen gallego: depende.
Solo con echar un vistazo a nuestro alrededor, podemos comprobar rápidamente que la traducción automática ha entrado de lleno en nuestras vidas, y parece que para quedarse. Ya no se trata únicamente de traducciones maltrechas y difícilmente comprensibles que apenas permiten intuir el significado del texto original, sino que se están desarrollando herramientas cada vez más perfeccionadas con sistemas basados en reglas, métodos estadísticos y redes funcionales. Prueba de ello es que la traducción automática se ha instaurado incluso en la administración pública (es el caso del portal PLATA) y en muchos organismos internacionales reputados, como las Naciones Unidas (con su sistema TAPTA4UN).
Hoy en día, la traducción automática es todavía un arma de doble filo. Por un lado, por el momento sigue pareciendo poco probable que las traducciones automáticas puedan ofrecer un buen nivel de calidad si no se complementan con una exhaustiva revisión humana y un buen sistema de aprendizaje, de manera que no se debe depender de ellas exclusivamente. Por otro lado, dado que caminamos ineludiblemente hacia la era de la automatización, tampoco podemos darle la espalda y quedarnos rápidamente obsoletos, como quien se aferra todavía a la máquina de escribir. Todo apunta a que la clave estará en encontrar un término medio y entender que no nos encontramos ante un sustituto del traductor, sino ante un complemento de este: una herramienta que, bien utilizada, puede facilitarnos la vida al igual que muchos otros avances tecnológicos.
Paula Dorado
Traductora de Globalingua